Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello Vela, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
La Comisión Permanente del Congreso de la República está programada para sesionar mañana, en donde se discutirán diversos proyectos y dictámenes que están en la agenda. Uno de los temas más controvertidos que se abordará es la segunda votación de la propuesta que busca reintegrar el financiamiento de partidos políticos por parte de empresas privadas. Este retorno ha suscitado un amplio debate, en particular en el seno de Acción Popular, donde se ha manifestado un fuerte rechazo a esta medida. El vocero de la bancada de Acción Popular, ha expresado su clara oposición a la propuesta, argumentando que los fondos públicos deben estar destinados a fortalecer la estructura de los partidos políticos en lugar de ser utilizados para pagar honorarios de abogados o asesores, o incluso los salarios de los dirigentes. Su postura refleja un llamado a la responsabilidad en el uso de los recursos destinados a la política, enfatizando que el acceso al financiamiento debe ser un acto de servicio desinteresado. El recuerdo de la trayectoria política de Acción Popular, fundado por el expresidente Fernando Belaúnde Terry, juega un papel fundamental en esta discusión. La visión de política como un servicio desinteresado es un legado que muchos dentro de la bancada desean proteger. Para ellos, aceptar financiamiento privado contradiría este principio ético y podría abrir la puerta a una mayor corrupción y falta de transparencia en la política peruana. Esta no es la primera vez que se aborda esta temática en el Congreso. En la primera votación del 27 de diciembre, se aprobó el texto que permite el financiamiento privado, recibiendo el apoyo de 22 legisladores, mientras solo 6 se manifestaron en contra. Este resultado ha generado preocupación entre diversos sectores de la sociedad, que temen las implicaciones que dicho financiamiento podría tener en la independencia de los partidos políticos y su relación con el sector privado. Entre las modificaciones propuestas en el texto sustitutorio se encuentra un candado que obliga a los partidos a devolver los fondos en caso de que sus directivos o representantes sean condenados por una sentencia firme. Esta medida, aunque bien intencionada, ha sido objeto de críticas, ya que algunos legisladores consideran que no es suficiente para garantizar la transparencia y la rendición de cuentas en el uso del dinero privado. Además, se ha establecido que hasta un 50% del financiamiento público que reciban los partidos podrá destinarse a gastos de funcionamiento ordinario, lo que incluye la adquisición de bienes y servicios necesarios para su operativa. Esta disposición ha generado debate sobre la justificación de los gastos que se considerarán "consustanciales" a la actividad política, y si esto podría llevar a abusos en la utilización de los recursos. En este contexto, la bancada de Acción Popular ha optado por rechazar el dictamen, abogando por un enfoque que priorice el financiamiento público como un modo de garantizar la igualdad de oportunidades entre los partidos políticos y reducir la influencia del dinero privado en la política. La preocupación radica en que el financiamiento empresarial podría traducirse en un desbalance de poder en el ámbito político, favoreciendo a aquellos partidos que pueden atraer más apoyo financiero. Por otro lado, algunas organizaciones empresariales, como ComexPerú, han expresado su apoyo a la medida, argumentando que la participación del sector privado en el financiamiento de partidos puede ser beneficiosa para fomentar una mayor responsabilidad y transparencia en la gestión pública. Sin embargo, la pregunta que queda en el aire es si esta participación puede realmente ser desinteresada o si inevitablemente traerá consigo conflictos de interés. El hecho de que se eleve el límite de aportes privados a S/ 1'030,000 también ha generado inquietud. Este aumento podría dar lugar a que unos pocos aportantes tengan un control desproporcionado sobre los partidos, lo que podría comprometer la independencia de los mismos y su capacidad de actuar en beneficio del bien común. A medida que se acerca la fecha de la votación en la Comisión Permanente, las posturas se polarizan. Mientras algunos abogan por la modernización y la inclusión del sector privado en el financiamiento político, otros insisten en que el camino a seguir es fortalecer el financiamiento público y garantizar que la política siga siendo un servicio desinteresado que esté al servicio de todos los peruanos. La resolución de este dilema tendrá un impacto significativo en el futuro de la política en el Perú, y será un tema que seguramente continuará generando debate en los meses venideros.